Yo no soy adiestradora ni psicóloga canina ni etóloga ni na de na, vaya. Por eso, muchas veces digo que en caso de duda es mejor consultar con un profesional. Pero hablando en los comentarios he pensado…claro… ¿Qué profesional? ¿Qué podemos esperar de él o de ella? ¿Cómo sabemos si es bueno? Porque lo cierto es que un mal adiestrador nos puede dejar al perro jodido. Pero bien. Así que yo os voy a contar cómo veo la cosa (yo misma en mi mismidad), por si os ayuda a reflexionar sobre el tema.
Yo no creo en los perros robot. No quiero un perro que camine pegado a mi pie mirándome la cara sin oler el suelo, que se siente ipso facto, que de la pata y haga piruetas. Hay cosas que sí necesito: que se esté quieta cuando se lo digo (imagina que va a cruzar una carretera) o que venga cuando la llamo. Las necesito para desenvolverme con ella de forma segura. ¿Eso significa que es malo enseñar trucos a tu perro? No si el perro se divierte. No si no es algo obligatorio que hagáis todos los días. No si no te pasas la vida: pata, siente, tumba, levanta… etc.
Así que, desde mi punto de vista, hay que distinguir lo que realmente es necesario de lo que nos hace ilusión o gracia o estamos acostumbrados a ver. Hay perros que no están cómodos sentados. O perros grandes a los que les da mucho trabajo estar sentándose, tumbándose y levantándose… No es necesario que tu perro se siente para estar tranquilo. Si tú quieres que esté tranquilo mientras trabajas o mientras le pones la comida o mientras vas a la puerta, basta con que esté tranquilo: tumbado, sentado o mirando relajadamente o con ligera curiosidad.
Yo de vez en cuando hago ejercicios con mi perra. Porque me gusta. Y a ella también. Pero jugamos. Ella disfruta con juegos los físicos o con los de olfato. La pelota de pilates le gusta mucho, hacer pequeños recorridos que le monto por el jardín, también. Es un rato de esparcimiento y ocio para las dos. Un rato no demasiado largo o se estresa. Sin embargo, para ella lo de practicar órdenes así porque sí, pues no es. Que yo le he enseñado a dar la pata y cosas de ese tipo, ojo, y a veces lo hacemos. Pero no le emociona, lo veo, lo sé, y no le obligo a darme la pata cada vez que le voy a poner de comer. Tampoco me paso horas enseñándole a hacer trucos ni a practicar las órdenes. Algún día, no más de cinco minutos y lo que nos cunda nos cunde.
Entonces ¿Es horrible hacer ejercicios con tu perro? No, si le gusta, genial. Hay perros que pueden necesitar y disfrutar retos mentales o físicos, pero mi perra no tiene que ser Lassie. No todos los perros tienen que ser Lassie y hacerse el muerto cuando les apuntan con el dedo. Yo he visto a una entrenadora amarrando un cachorro después de pegarle una regañina a voces y con tirones, por no seguir el circuito e irse con un compañero que tenia premios más a mano. El perro gimoteando, la dueña sin saber qué hacer y la entrenadora diciendo ¡Ya aprenderá! Que se aguante. Horrible. Debería ser una experiencia postiva para los dos.
Entonces, yo soy la persona que tiene que conocer a mi perro, es mi trabajo. Yo tengo que saber cuándo se estresa (para averiaguar por qué), cuándo se asusta, se frustra, se cansa… Cuándo me pide que pare o que me calme, cuándo necesita espacio o tiempo… Y actuar en consecuencia. Los perros nos hablan todo el rato, lo que pasa es que no sabemos entenderlos. Ya he hablado alguna vez de un libro en los comentarios que es genial para eso: «El lenguaje de los perros, las señales de calma», de Turid Rugaas. Y creo que es un libro obligatorio. En plan, primero de tener perro. Básico. Porque te ayuda a entender a tu perro cuando bosteza, cuando desvía la mirada, cuando se sacude, cuando viene hacia tí olfateando y dando rodeos… Que al final ellos lo que quieren es estar bien y a veces pensamos que nos desafían cuando en realidad intentan relajarse o relajarnos.
Lo que quiero decir es que, al margen de buscar o no un adiestrador, es importante conocer a nuestro perro y saber qué necesita, hasta dónde le podemos pedir y cómo le afectan las cosas. Y también ser razonables y coherentes, recordar que son seres vivos con necesidades propias que ven el mundo de forma distinta y distinguir entre lo que es imprescindible y lo que no.
En segundo lugar, hay dos campos de actuación. El primero es general. Es nuestra vida con nuestro perro. Cada detalle cuenta. En esta relación nosotros tenemos la responsabilidad de convertirnos en una fuente de calma y tranquilidad y no generadora o transmisora de estrés. A la vez, establecer una relación de confianza, que nos permita convivir a los dos en armonía, equilibrando nuestras necesidades físicas y emocionales y las de nuestro perrete. Esto no puede hacerlo un adiestrador por mí. Un adiestrador puede indicarme, tras observarme, que yo (sin darme cuenta) no doy al perro la calma y la estabilidad que necesita y señalar determinados momentos en que yo le transmito ese estrés o le envío señales equívocas. Pero conseguir esa relación fluida, ese entendimiento, es un trabajo interior y diario de cada uno.
Después, en segundo lugar, hay un campo de actuación concreto: mi perro tira de la correa o no acude a la llamada o lo que sea. Un adiestrador puede darnos consejos y atajos (algunos a base de salchichas, que tienen sus pros y sus contras) pero sin el trabajo general, no va a servir de mucho.
Vale, yo voy trabajando lo general pero quiero un adiestrador… ¿Qué tipo de adiestrador? Pues para empezar uno que no someta a tu perro, que no le obligue a adoptar posturas a la fuerza, que no te diga que eres poco alpha y que no use métodos de castigo. Busca adiestramiento en positivo o filosofías de convivencia. Si el adiestrador dedica más tiempo a corregir el comportamiento de tu perro que el tuyo, mala señal. Somos nosotros quienes operamos el cambio en ellos porque somos nosotros quienes les obligamos a ser o a vivir de formas inadecuadas, y quienes podemos transmitirles las emociones correctas. Así que, mente abierta a las críticas porque el adiestrador te dirá que hay cosas que haces mal (si es bueno te lo dirá de manera que no te sientas horrible ni culpable). Por otra parte, si tu perro tiene un problema determinado y el adiestrador se centra en eso exclusivamente y no invierte tiempo en veros a tí y a tu perro haciendo otras cosas a lo largo del día (como pasear con él), tampoco te fíes mucho. En cualquier caso, no pienses que va a venir una persona, le va a dar cinco clases a tu perro (que hay gente que ni asiste) y te lo va a devolver como la seda. Esa no es la mejor solución. De hecho, en muchos casos ni siquiera es una solución real.
Otro consejo que yo daría es utilizar la lógica y el instinto. Si vemos a nuestro perro tenso, incómodo o sufrir, no tenemos que hacer lo que nos diga ese señor o señora, solo porque sean adiestradores. Que inútiles hay en todas las profesiones. Además, lo que ha funcionado en un perro (y habría que ver lo que cada uno entiende por funcionar) no tiene por qué funcionar necesariamente en otro. De nuevo somos nosotros quienes debemos conocer a nuestros perros para poder valorar este tipo de cosas.
Ejemplo. El perro de mis padres, un teckel, empezó a proteger la comida. Se la ponias y él ponía las patas encima y el pecho, miraba a la pared como una estatua, gruñía y como intentaras quitársela te mordía. Vino un adiestrador muy majete cargado de salchichas. Todo lo que intentó fue un fracaso a corto plazo PERO sí es verdad que nos dío algunas pistas interesantes y sobre todo a mí me enseñó que a veces hay que ser creativo y buscar caminos distintos. Yo me di cuenta de dos cosas gracias al adiestrador (aunque no directamente por él), la primera que era un perro que necesitaba «misiones», o de lo contrario se las inventaba. Hay perros (como Ágata) que no, que pasan en barco, pero hay perros que necesitan sentirse útiles. Éste era así. Y se le notaba que con los ejercicios (adecuados) estaba feliz, concentrado y tranquilo. Así que empezamos a hacerle juegos de olfato llegando a algunos muy muy complicados. También caí en la cuenta de que (al contrario que Ágata) era un perro que quería atención, que disfrutaba horrores con una mirada aprobatoria o una caricia en el cogote. Así que a la hora de servir la comida yo me sentaba en el suelo con la comida delante. Que él venía ya tenso, me giraba y le daba la espalda (y seguía hablando con mi madre), que venía por otro sitio y seguía tenso, me volvía a girar. Al final se acercaba despacio, se tumbaba y me apoyaba la cabeza en el pie. Le invitaba a comer y yo me iba alejando del comedero. Se tensaba, volvíamos al ejercicio. Intentaba hacerle sentir dos cosas: que no tenía que proteger la comida y que si estaba tenso, no había interacción. Y es un perro que no lleva nada bien que lo ignoren. Ni regañinas ni ponte panza arriba ni nada. No sé si fue la mejor técnica pero fue inocua y ya no tiene ese problema.
Ahora, esto no es algo para hacer con otros perros, porque estar tocándole la comida a un perro puede terminar con que se enfade o se frustre. Lógico. Si se lo hiciera a Ágata, por ejemplo, lo más probable es que me mirara raro, se fuera a su cama y me costaría horrores que volviera a comer en ese comedero (al menos estando yo cerca). Cada perro es un mundo. Y por eso es importante conocer al nuestro bien.
En resumen, que el cambio tiene que salir de nosotros y que no debemos esperar recetas milagrosas porque los perros no tienen un botón mágico. Nosotros somos, como humanos, la causa de sus problemas. Un buen profesional nos puede ayudar a saber qué podemos hacer mejor y puede ser muy útil, pero tendremos que aplicarlo a nuestro día a día. Eso sí, nada de alphas ni omegas ni pepinillos en vinagre, ni castigos ni listas interminables de órdenes, ni cosas rancias de esas. Adiestramiento en positivo y convivencia con el perro. Y si no nos convence un adiestrador, hasta luego Mari Carmen. ¿O dejarías a tu hijo en manos de una niñera que te da mal rollo? No, pues tu perro tampoco. Y nada de doggyshaming (que no sé ni si existe la palabra xD), no dejes que el adiestrador te trate mal a ti. Que no es cuestión de echar culpas sino de generar energías buenas para trabajar. Te tendrá que decir lo que haces mal, y a lo mejor no te gusta, pero si se pasa o por lo que sea no te sientes cómodo o cómoda, puerta. Que si tú no te sientes bien y seguro a ver cómo vas a hacer sentir así a tu perro.
Así que no está mal hablar por teléfono, buscar referencias, preguntarle por su formación y ver cómo piensa abordar la situación, antes de nada. Yo ya os digo que conozco más de uno pero solo recurrí a un adiestrador una vez hace muchos años. Adoraba a los perros, el perro de mis padres estaba feliz cuando aparecía por la puerta y aunque no se solucionó el problema de la comida durante las sesiones que dimos, lo hizo con el tiempo, gracias a las pautas que nos dió, aunque tuvimos que adaptarlas bastante y echarle inventiva. Solo con lo que nos dijo quizá no hubiera sido bastante, pero sin él hubiera sido mucho más difícil. Y creo que eso es lo que se puede esperar de un adiestrador. Que sea algo positivo para nosotros y para el perro, que nos ayude a ver cómo podemos mejorar (nosotros) y nos acompañe en ese proceso. Que nos inspire confianza, nos haga sentirnos cómodos y sea comprensivo. Que se fije en nuestra relación en general con el perro y no solo en las cosas puntuales, que intente averiguar por qué hace las cosas y no se fije solo en lo que hace «mal» (es decir, que se preocupe por cómo se siente, qué expresa, qué manifiesta), que no nos venda un campamento militar de 15 días ni intente convertir a nuestro perro en un robot. Y que nos de trabajo, a nosotros, no soluciones mágicas.
Esto va para los perros en general, pero los podencos son especialmente sensibles, por lo que en nuestro caso lo encuentro muy importante. Y más si nos vienen con traumas como la mía. Yo pongo a mi perra panza arriba, obligada, en una situación en la que no se siente cómoda, como recomiendan algunos «adiestradores», y a la tercera empieza a rehuirme. Con lo que me ha costado que se sienta segura conmigo…ni de coña.
Hace poco he descubierto a una pareja, La voz de tu perro, que tienen bastante actividad en las redes sociales y me gusta su forma de pensar sobre este tema. Lo malo de los vídeos de las RRSS es que al final es muy difícil matizar (como en un blog o en cualquier sitio que no sea cara a cara), pero en general, como digo, me gusta mucho la línea que tienen. Y ponen muchos vídeos a cámara lenta, que es genial para aprender a identificar esas señales de calma de las que habla Turid. De hecho, voy a ver si hago un curso con ellos, ya os contaré.
Y, mientras, ¿alguna experiecia con adiestradores que queráis compartir? ¿Adiestradores que quieran compartir su filosofía?
Un abrazo desde el Sur
Hola, Irene
Nosotros también tenemos un mestizo de podenco… y del mismo estilo que La voz de tu perro es José de http://labrujulacanina.com/.
Nos ha cambiado la vida sobre todo la de los humanos. Participé en su curso «LA PARTE HUMANA DEL BINOMIO PERSONA-PERRO EN LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS CONDUCTUALES» y me encantó.
Este verano me he apuntado al CAMPAMENTO DE VERANO ONLINE: https://www.facebook.com/labrujulacanina/posts/1166737680178418
Bueno y que quede claro que no me pagan, es más, me cobran, jajaja!
Un abrazo,
Luz
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Hola Luz, ¿hiciste el campamento? Qué tal? Yo hice el curso con la voz de tu perro y contenta pero no extasiada. A ver si hago una entrada en el blog prontico. Un abrazo y gracias por compartirlo!
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Hola Irene.
Mi podenco y yo somos también del Sur 😉 . Hace unos meses estuvo con un educador que se autocalifica como «amable» y ha resultado ser una completa decepción. No he visto nada de progreso, se olvidó de nosotros durante el confinamiento, y al final usaba métodos aversivos (pisar la correa para evitar su huida en momentos de miedo «y así que se enfrente a ellos», sin comentarios). Nula lectura del lenguaje corporal del animal, y encima me dice que no le dé de comer (mi podenco miedoso no le cogía las salchichas en la calle, ¿te suena de algo?). En fin…. estoy profundamente escarmentada, asqueada, decepcionada… además de arruinada por el dineral que he tenido que desembolsar (sesiones + guardería mensual). No me importa gastar lo que haga falta por el bienestar de mi animal, si le ayuda con sus problemas bendito sea el gasto, pero es que no ha sido así para nada, al contrario. Eso sí, la publicidad y el marketing de su web es la leche.
Sinceramente, creo que no todo el mundo está capacitado para tratar a perros como los podencos: independientes – librepensadores- cazadores- instintivos a tope. Y para dejar a mi perro de nuevo en manos de otro así, prefiero lidiar yo sola como pueda con sus problemas.
Es muy difícil dar con buenos profesionales y mucho más con esta raza.
Un saludo y felicidades por el blog. Es muy bueno.
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Hola María,
Siento que hayas tenido tan mala experiencia con ese «amable educador». Yo creo que los métodos aversivos, como tú dices, no son los más adecuados y menos si hablamos de podencos. Que son muy especiales, justo eso, independientes, cazadores y librepensadores (qué buena esta palabra para nuestros podenquis, te la voy a robar), hay pocos educadores verdaderamente familiarizados con ellos y además es que son muy sensibles. Obligar a un perro a sumergirse en sus miedos en lugar de ir dándole herrameintas progresivas para que los gestione, puede acabar por romper al perro. Y eso es como romper una vidriera de colores, un crimen.
No te sientas mal porque es normal cometer errores, y a veces nuestro desconocimiento y querer ayudar a nuestros perros nos lleva a confiar en personas que no son las adecuadas. Pero mira, tu te has dado cuenta y eso es lo importante. Que yo veo gente en el parque que pasa de un educador a otro acumulando desastres a sus espaldas y volviendo locos a los perros. Porque el primero parece que soluciona una cosa, pero el perro empieza a hacer otras cosas raras, el segundo soluciona esas y aparecen otras distintas…. Si es que a menos que se trabaje desde la comprensión del perro, la gestión emocional, la convivencia y en positivo, es como ponerle diques al mar! tapas un agujero pero lo que tiene que salir sale por otro sitio…
Entiendo muy bien tu frustración personal y económica (que una cosa es gastarse dinero en mejorar la calidad de vida de un perro y otro dárselo a un supuesto educador con técnicas obsoletas que no nos ha ayudado en nada). Pero puestos a verle algo bueno, la experiencia es un grado. Y ni tu ni tu perro volveréis a pasar por lo mismo. Estoy segura de que por ahí tiene que haber educadores maravillosos, (si alguna vez encuentro uno para podencos pienso hacer una entrada al blog con su foto enmarcada). Mientras, si decides buscar tú la manera de ayudar a tu perro, piensa que sola-sola no estás. Que aquí todos tenemos podencos trastornadillos por una cosa o por otra, y varias experiencias compartidas. Así que si quieres contarnos qué le pasa o cómo van tus progresos, estaremos encantados de leerte y de ayudarte, si podemos, en lo que sea.
Un abrazo enorme, de Sur a Sur 😉
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Muy buenas Irene,
Me ha sido inevitable echarme a llorar para desahogarme al leer tus publicaciones sobre podencos, ya que me veo sobrepasada. Tengo a Paquita mestiza de podenco desde hace 1 mes en acogida y empezamos muy bien pero desde el primer día yo tenía que ir a trabajar y vivo sola, así que ladra cuando me voy.
Además de que vino con una protección de recursos con la comida bastante heavy que creo que cada vez va en aumento (le pongo trabajos de olfato y diferentes retos para comer y hemos conseguido que espere hasta que le coloco todo la comida, pero le pude el ansia y yo siento que me frusto con ella y cada paso que avanzo son 3 para atrás. Ademas que yo creo que desde que estuvimos un día con un adiestrador de la protectora con el que yo lo pase bastante mal (por mi pero en especial por Paquita) creo que me tiene miedo, desconfía, etc. Y ayer al darla de comer me marcó en la pierna, últimamente se come todo lo que pilla por la calle y estira más que antes. Acabo de apuntarme a la academia de perperrecho que es adiestramiento en positivo pero al final si ya es complicado porque implica mucho trabajo y paciencia, en un podenco más.
Podría explayarme mucho más pero no quiero dar la chapa, buscare tu publicación sobre ejercicios en casa que si que la has subido si no me equivoco?
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Hola Miriam, a mi entradas como la tuya me dan mucha ternura porque, «sister, I fell your pain», he estado allí. Y he llorado a mares cuando me parecía que no encontraba el camino para llegar a Ágata. Lo bueno es que lo que nos parece imposible cuando nos sentimos desbordados, rara vez lo es de verdad. Así que coge aire y al menos ten la certeza de que aquí puedes escribirnos siempre que quieras y explayarte lo que necesites, que con estas u otras cosas todos hemos pasado malos ratos intentando ayudar y entender a nuestros podenquis.
En primer lugar, permíteme decirte una cosa que rara vez avisan en las protectoras: cuando los perros llegan a casa pasan por un período de adaptación. Todo es nuevo y están a verlas venir, es normal. Así que hasta que no empiezan a sentirse un poco más cómodos y ubicados, muchos traumas o comportamientos que nos pueden parecer raros no se manifiestan. Esto es normal y no significa necesariamente que vayamos hacia atrás. Es parte del proceso de adaptación y de curación.
Respecto al día de adiestramiento, puedo hacerme una idea. Es verdad que cuando estamos en el proceso de construir una relación de confianza una experiencia negativa de este tipo no es lo ideal. Lo bueno es que tú ya sabes lo que no quieres para vosotras y la próxima vez te dará menos reparo hacer caso a tu instinto. Lógicamente fuiste allí con tu mejor intención y no es culpa tuya, que esto te quede muy claro. Por otra parte, los perros tienen una capacidad increíble para recuperarse y para mirar al futuro. Has aprendido algo muy valioso que a mucha gente le cuesta mucho tiempo ver y tienes que quedarte con eso.
No conozco perperrecho, aunque viendo la web por encima tiene buena pinta, ya nos contarás cómo va la cosa. De todas maneras, hace muy poco tiempo que está contigo. Para que te hagas una idea, a mí me costó más o menos un mes que Ágata no me rehuyera. Solo que no me rehuyera! Lleva tiempo, como bien dices, y paciencia.
Luego piensa que a la hora de ayudar a un perro hay dos aproximaciones simultáneas: una global y una particular. Hay una serie de cosas que podemos (y debemos) hacer para ayudar a nuestros perros a estar bien: que tengan una zona segura en casa, respetar sus descansos, paseos de calidad, tiempo juntos de calidad en calma…. Este tipo de cosas le van a ayudar a tener menos estrés, a estar más descansado, a construir una relación con nosotros… Imagina que a mí no me gusta que me hagan cosquillas. Si mi novio un día en el que estoy tranquila y de buen humor, descansada y contenta, viene a hacerme cosquillas, le voy a decir que pare amablemente o lo voy a tolerar o igual hasta me hace gracia. Pero si he dormido mal esa semana, el trabajo me tiene agobiada y encima hemos estado discutiendo, mi respuesta va a ser mucho más desagradable. El trabajo global con los perros ayuda en todo.
Por otra parte hay cosas que se pueden trabajar de manera específica. Mis perros, por ejemplo, se enfadaban bastante con el timbre. Una semana pidiendo comida a domicilio todos los días (y compartiéndola) fue mano de santo. Dejarles oler todos los paquetes y dejarles abrirlos incluso, si son para ellos, también. Ahora gimotean un pelín, van corriendo a la puerta y guardan la distancia porque saben que el desconocido que toca el timbre no es una amenaza y que sea lo que sea que traiga van a poder verlo en seguida tranquilamente.
Finalmente, hay cosas que algunos adiestradores trabajan de forma específica pero que sin el global jamás van a funcionar. Mi perra, por ejemplo, pegaba muchísimos tirones al principio. Reaccionaba a todo, pero era por miedo. Obligarla a contener esas reacciones a base de castigos (o de premios) hubiera sido muy negativo para ella. Lo que había que trabajar (pacientemente) era el miedo. Si yo me muerdo las uñas porque es mi forma de gestionar el estrés, y eso me relaja, y tú me regañas o me dices que me vas a regalar una bici si me las dejo de morder, igual dejo de hacerlo, pero al final el estrés saldrá por otro sitio, porque lo que yo necesito son herramientas para aprender a gestionar el estrés de otra manera.
Teniendo esto en cuenta, los tirones de correa, los ladridos, la protección de recursos pueden ser manifestaciones o cosas a trabajar de forma específica, o una combinación. La ansiedad por separación por ejemplo, puede ser un «trastorno» en sí mismo o una consecuencia de un elevado nivel de estrés. Por ejemplo. Por eso, el primer paso siempre es intentar entender qué siente nuestro perro para saber por qué hace las cosas y qué necesita.
Entonces, hay ejercicios que se pueden hacer para algunas cosas pero recuerda que en el fondo, construir una relación sana y equilibrada con tu perro es la base para que todo lo demás funcione, y que a medida que eso avance (y lo hará) otras cosas serán más sencillas.
Respecto a la protección de recursos, a mí Conrad me llegó con ese problema (y bastante marcado). En su caso la protección de recursos respondía a que su dueño cuando se iba a trabajar dejaba una montonera de pienso para una manada bastante grande de perros y el que no peleaba su parte no comía. Es decir, él había aprendido que tenía que defender lo suyo. Era un comportamiento aprendido. Lo que hice fue repartirle la comida varias veces al día (4 o 5, no me acuerdo) y dársela siempre a la misma hora. Y respetaba su espacio, dejando que comiera tranquilo. Al principio engullía sin masticar (estuve a punto de comprarle un comedero especial para eso) pero con el tiempo fue entendiendo que nadie le iba a quitar su comida y fue tolerando mejor nuestra presencia. Un día se dejó comida en el plato, y yo lo dejé ahí y a su hora eché más comida. De forma simultánea, a la vuelta del paseo «largo» le daba siempre comida de verdad (pollo cocido por ejemplo, o un huevo duro o verduras) y creo que eso también le hizo darse cuenta de que el pienso no merecía tanta atención. Ahora comparte comedero con Ágata con pienso a demanda (está ahí todo el día) y dos veces al día le doy a los dos comida de verdad en platos separados.
Mi objetivo era que el tuviera la certeza de que iba a tener su comida (por eso se la daba siempre a la misma hora) y de que nadie iba a quitársela por lo que no necesitaba defenderla.
Sin embargo, hay perros que lo que les pasa es que cuando saben que va a llegar la hora de la comida se empiezan a estresar, lo anticipan. En estos casos a veces recomiendan variar los horarios aunque en general para los perros las rutinas sean lo mejor para minimizar el estrés.
No sé a qué obedecerá la protección de recursos de tu perra, pero si te ha marcado eso significa que, de alguna manera, has ignorado otras señales. Hay adiestradores que piensan que si te alejas cuando un perro gruñe porque protege algo, le estás enseñando que si gruñe se sale con la suya. Yo no estoy de acuerdo con eso. Creo que atender a un gruñido significa decirle al perro que le hemos entendido. Es comunicación. De hecho, inhibir el gruñido o ignorarlo puede llevar al marcaje; ignorar o inhibir el marcaje puede llevar a un bocado. Si yo te digo «por favor» déjame en paz y sigues molestándome, lo siguiente que hago es irme o enfadarme ¿no?
Lo ideal, para mí, es tratar de evitar llegar a ese gruñido (lo que a veces puede requerir cierta creatividad o incluso algo de negociación). ¿Nos podrías contar con más detalle cómo fue el marcaje? ¿Ya estaba el plato en el suelo y tú le echabas el pienso, lo llevabas ya preparado, estaba estresada antes, dónde tienes el pienso y qué hace ella durante todo el proceso?
Y los tirones de correa ¿son puntuales, por estímulos concretos, tira todo el rato…? ¿Lleva collar, arnés, correa larga, corta, flexi?
Con un poco más de información igual podemos pensar en algo juntas, aunque probablemente si es una buena academia puedan ayudarte mucho mejor que yo. De todas formas sabes que aquí estamos, para compartir esos momentos que nos sobrepasan y también las alegrías cuando encontramos el camino! Que todo llega 🙂
Un abrazo muy fuerte desde el Sur
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Dios, te juro que en mi borrador todo eran párrafos cortos y no daba tanta angustia leerlo. me han vuelto a cambiar la interfaz de wordpress y no sé qué ha pasado… Al final tendré que hacerme un maldito curso xD
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Hola!
Acabamos de adoptar un podenco, tiene unos 10 meses. Es un amor de perro.. en casa es super tranquilo, juguetón a ratos y super divertido. Pero en la calle es otra cosa.. tira de la correa. Etc.. y tiene el instinto de caza a flor de piel. Tenemos otro problema añadido y es que es sordo… así que ya vamos trabajando el tema de las ordenes básicas, que lo hace muy bien… pero otro tema sera la llamada… por que ve un pato, gato.. etc y no conoce a nadie entonces jajaj y llamarlo muy difícil. Para mi es una lastima por que hay momentos que saldria a correr pero da un miedo horrible que se escape!
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Hola Victor! Qué bonito que tengáis un podenqui y que el hecho de que no pueda escucharos no os haya detenido. A mi para los tirones de correa me funcionó muy bien el arnés y engancharle la correa en la argolla central (o los easy walk) una temporada (forever and ever no porque en realidad no me parece lo más cómodo para el perro). Yo nunca he tenido un perro sordo, pero con Ágata como al principio no podía hablarle empezamos con señas y la verdad es que las uso mucho con los dos. Me parecen más efectivas que la voz casi, y las aprenden muy rápido. Seguro que con el tiempo y práctica vais avanzando hacia órdenes más complejas. Los perros son muy listos y los podencos ni te cuento, jajajaja, como ya has podido comprobar. La llamada pues sí que tendrá un extra de dificultad pero, si te consuela, incluso los podencos que pueden escuchar se vuelven sordos muuuchas veces cuando hay conejos de por medio. Tiempo, confianza, y un buen GPS. Yo me llevo a mi perra a que busque conejos al menos un día a la semana y hoy por ejemplo, que la cosa ha estado movida, ni llamada ni premios ni pepinillos en vinagre. Afortunadamente con el GPS voy mucho más tranquila porque sé en qué zona está. Poquito a poco y mucho ánimo!
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